Siempre me había preguntado para qué serviría la almohadilla del teléfono. Hasta que en 2006 estuve medio año viviendo en Brighton, Inglaterra. Recuerdo que una voz telefónica me pedía en ese momento que pulsara “hash”. Miré el teclado confundida, presioné la tecla (#) y, por fin, me pasaron con la persona correcta. «¡Ajá!» pensé. He aprendido una nueva palabra, esa doble... read more...